jueves, 15 de noviembre de 2012

Y a la imparcialidad se la comieron.


      A pesar de la constante lucha que hay entre medios de comunicación y el gobierno, no se puede llegar a pensar en una Venezuela donde alguno de los dos no existan. Y, la verdad, es que uno necesita del otro.
      A través de los años se han conocido varios casos de persecución, agresión y hasta encarcelamiento de periodistas. Como el caso de Patricia Poleo quien tuvo que irse del país al ser acusada de presunta autora intelectual del asesinato del Fiscal Danilo Anderson. O el caso de William Ojeda, durante el gobierno de Caldera, a quien condenaron a un año de prisión al publicar su libro “¿Cuánto vale un juez?”.
      Pero el periodismo también es una gran herramienta que el gobierno necesita y en la actualidad, que el Presidente no puede hacer su campaña casa por casa, mucho más. Y si no fuera así, entonces, ¿por qué hay escuelas de comunicación social en la Universidad Bolivariana de Venezuela?
       Los medios de comunicación del Estado, lamentablemente, han quedado sólo para servir de campaña para el Presidente y para insultar y denigrar a los dirigentes de oposición. La imparcialidad ya no es la prioridad y esto no es evidente sólo en los medios del Estado.
      Venezuela aun goza de una gran libertad de expresión. Todavía se tiene la oportunidad de decir lo que se quiera, pero eso sí, donde lo quieras decir, va a depender de la posición política que asumas. Esa es una de las grandes consecuencias que ha traído este gobierno a la realidad periodística venezolana.
     Así como el discurso político de Chávez y de sus seguidores ha polarizado al país entero, así mismo se ha hecho con el periodismo y los medios de comunicación. La búsqueda y difusión de la verdad, que es el principal propósito de todo periodista pasa a un segundo plano cuando los intereses políticos y/o económicos forman parte, también, del panorama.
     No es posible que al ver un medio de comunicación u otro te encuentres con dos realidades totalmente distintas y que no se pueda saber con certeza que es lo que ocurre. Esta es la realidad actual del periodismo venezolano.
      Y el gobierno, por ejemplo, no puede seguir insistiendo en decir que la inseguridad es una sensación, porque 53 muertes diarias sólo ocurren en países en guerra, y  todos los periodistas, sean del medio que sean, tienen que hacerlo saber porque ese es su deber. 
      La lucha constante entre el periodismo y el gobierno ha hecho que los medios se vuelvan herramientas de campaña política, exagerando para bien o para mal lo que en realidad ocurre en el país. Ambos sectores se deben encargar de hacerles saber a la población la verdad, una verdad imparcial y que no dependa de una posición política, sino que concuerde con lo que se ve en las calles venezolanas. 

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